Historia del té 

Cuenta la tradición que el emperador Shen Nong, a quien se considera padre de la agricultura y la medicina china, descubrió accidentalmente el té alrededor del 2737 aC. Durante una época en que la enfermedad asolaba a la población, Shen Nong viajaba en busca de plantas medicinales. Durante un alto en el camino, unas hojas de té cayeron en su caldero de agua caliente, y tras beber de él, se sintió fortalecido y tonificado descubriendo las propiedades de una planta que a partir de ese momento comenzaría a llamarse “chá”.

En los inicios, la hoja de té se utilizaba en la cocina, como condimento de guisos. 

En la medicina tradicional china, se recetaba para reducir el riesgo de cáncer de estómago y problemas de piel, además de para contribuir a tener huesos y dientes más fuertes.

La familia real china asoció el consumo de té con el confucionismo. Con el tiempo se fue extendiendo la costumbre desde la corte imperial a las clases populares. 

Los principios taoístas de la calma y la contemplación impulsaron el consumo de té, mejorando los hábitos de las personas y favoreciendo el desarrollo de las artes del té. 

El halagar a los huéspedes con té es una costumbre de bienvenida milenaria.

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SIGLO VIII - Lu-Yu y el Tratado del té

Lu-Yu, el primer maestro del té, fue quien inició la costumbre de preparar el té solo, en forma de infusión. A Lu Yu se debe también el primer monográfico sobre té que se ha escrito en la historia, el Cha Jing (Tratado del Té), en que habla de su cultivo, recolección y preparación, así como la manera correcta para servirlo y saborearlo. 

En esta época, había cuatro maneras de elaborar el té: el té de cualquier hoja de la planta, el de hojas seleccionadas, el té en polvo y el té en tortas.

Lu-Yu recomendaba no hervir el té durante mucho tiempo, tal y como se aconseja en la actualidad para no degradar las vitaminas y propiedades.

SIGLO IX - La llegada del té a Japón

El monje budista Eisai, introdujo el té en Japón junto con el zen después de un viaje a China. Se comienza a desarrollar la ceremonia del té, que es un arte que prepara a quien lo va a beber para que lo aprecie en toda su delicadeza. 

En Japón arraigó la costumbre de tomar el té molido disuelto en el agua. Durante los siglos XII y XIII las ceremonias del té evolucionaron y en ellas se leía poesía, se hacía caligrafía y se contemplaban obras de arte o se discutía de filosofía. 

El sado o ceremonia del té japonesa combinaba la concentración con la calma espiritual y pronto se convirtió en el pasatiempo favorito de los shogunes y la clase samurái. Antes era un placer reservado para los hombres pero después se extendió también su práctica entre las mujeres de compañía. 

SIGLO XVII - El té llega a Europa

El té llegó por primera vez a Europa a comienzos del siglo XVII, gracias a los comerciantes holandeses y portugueses que tenían relaciones con China. 

En Inglaterra, durante la primera mitad de este siglo, el té era algo reservado a la aristocracia y la realeza porque era muy caro. 

Había tres gremios a los que afectaba principalmente el consumo del té:

  • Los cerveceros: Por aquel entonces, no era nada seguro beber agua del grifo en Inglaterra. Si se bebía agua, se corría peligro de enfermedad o incluso de muerte. Así que la gente bebía cerveza. Se elaboraba una cerveza muy ligera con muy poquito alcohol que se tomaba incluso en el desayuno. Y el té era una amenaza para este negocio. 

  • Los médicos: Decretaron que era perjudicial para la salud, por desconocimiento y el temor a la novedad. Es evidente que han dado un giro radical en estas afirmaciones, y en la actualidad reconocen que beber té es muy beneficioso. 

  • El clero: Anunciaron que era un producto impuro y nocivo porque no se cultivaba en un país cristiano. 

Estos tres colectivos convencieron al gobierno de que impusiera una fuerte carga fiscal sobre el té, de modo que sólo los ricos podían permitírselo. 

Al ser un producto tan caro y exclusivo, se lo consideró sinónimo de estatus, de finura y elegancia. Las damas del siglo XVII se sintieron atraídas por la porcelana china blanca y la cerámica roja que llegaban a Gran Bretaña en los mismos barcos que el té. 

China guardaba celosamente su té y su comercio, que estaba estrictamente regulado. Los europeos debían llevar oro y plata para la compra de té, porque no tenían otra cosa que interesase en el mercado chino. 

Debe tenerse en cuenta que China en esta época es una de las mayores civilizaciones del mundo. Ya habían inventado el compás y descubierto la pólvora y cuando llegaron los europeos, no tenían nada que interesase a los chinos a parte del oro como pago. Pero al aumentar la demanda de té, la compañía de las Indias orientales se quedaba sin el oro y la plata necesarios para el comercio. 

Entonces descubrieron que los chinos consumían opio, sustancia que creían beneficiosa para el espíritu.

Los comerciantes británicos aprovecharon esta situación y empezaron a introducir en China clandestinamente opio cultivado en la India Británica, y se lo vendían a los chinos por oro y plata. La compañía gravaba con impuestos la exportación del opio y usaba la plata china para comprar su té. 

Los chinos terminaron por perder la paciencia y empezaron a confiscar el opio, lo que provocó el estallido de la guerra con Gran Bretaña. Durante la Guerra del Opio se interrumpe el comercio con China y los británicos tienen que plantearse de dónde van a conseguir té, así que enviaron buscadores de plantas que robaron algunos ejemplares y así se empezó a cultivar té en la India en el siglo XIX. 

SIGLO XVIII - El té conquista al pueblo británico 

A principios del siglo XVIII en Londres, los hombres tenían la costumbre de juntarse en cafés, para beber oporto y ron. Las mujeres, huyendo de los tipos que frecuentaban estos locales, se reunían para beber té en lugares que tenían mucha mejor reputación, y se empezaron a mezclar variedades únicas para mujeres. 

Como la gente quería beber té en Inglaterra, pero no se lo podían permitir, se empezó a traficar con té de contrabando, traído desde Holanda y Francia donde era mucho más barato porque no estaba grabado con tantos impuestos. Este té se adulteraba con hojas y ramitas de cualquier cosa para aumentar su volumen. 

A finales de siglo, el gobierno británico determinó eliminar esta carga impositiva, ayudando a la democratización del acceso al té. 

El té se había convertido en en la bebida preferida de todas las clases sociales en Gran Bretaña, sustituyendo al café, la ginebra e incluso la cerveza. Aunque conservaba su popularidad en las casas señoriales, ahora podía encontrarse a la hora del almuerzo en las mesas más humildes y casi toda la población de Gran Bretaña bebía té en su rutina habitual. 

Este periodo se conoce como la Edad de Oro del Té.

SIGLO XIX - Té de la tarde, té principal y descanso del té

El cultivo del té por parte de los ingleses en sus propias colonias provocó un descenso del comercio exterior chino de té. 

Sin embargo en Gran Bretaña, el consumo de té vivía su mejor momento hasta la fecha. Se elaboraban sofisticadas vajillas. 

Se le atribuye a Anna María, séptima duquesa de Bedford, la creación del té de la tarde. Harta de pasar hambre entre el almuerzo y la cena concibió este té de la tarde acompañado de algunas exquisiteces. La reina Victoria lo puso de moda entre las damas de clase alta y las de la clase trabajadora copiaron después el modelo. 

En Gran Bretaña existe el té principal y el té de la tarde. El té principal lo toman los empleados de las fábricas en la comida principal del día y se llama así porque tenía lugar en la mesa principal. 

Pero además los patronos empezaron a dar descansos a sus empleados para tomar un té durante la jornada porque ya se conocían sus propiedades, y más adelante, descubrieron que la mano de obra era más productiva y por tanto resultaba muy beneficioso. Este fue el nacimiento del llamado descanso del té británico. 

SIGLO XX - Té frío y bolsitas de infusión

En 1904 un comerciante en una feria en San Luis no conseguía vender té debido al asfixiante calor. Harto y aburrido, probó a echarle hielo para estimular las ventas. La apuesta le salió bien y hoy en día, en Estados Unidos el ochenta por ciento del té que se sirve es una variedad de té frío. 

En 1913 empezaron a celebrarse recepciones de té con baile, que se tuvieron que suspender durante la Segunda Guerra Mundial, y resurgieron a comienzos de la década de 1980.

En las colonias británicas, donde los ingleses introdujeron el hábito de tomar el té, pronto desarrollaron su propia manera de disfrutar de él y esta costumbre se mantiene también en las antiguas colonias hasta nuestros días. En la India se le añade cardamomo o pimienta. En Birmania lo mezclan con leche condensada. De Malasia es típico el té con jengibre. 

El gran invento del siglo XX relacionado con el té son las bolsitas de té. Un comerciante neoyorkino, Thomas Sullivan, tenía por costumbre enviar muestras de té en saquitos blancos de seda, y pronto se convirtió en un producto. Entrado el siglo XXI, la mayor parte del consumo de té en occidente es infusión en bolsitas monodosis.